06 marzo 2011

EL FENÓMENO BULLYNG.

Resulta complejo definir el fenómeno "bullying", y más aún traducir literalmente este vocablo inglés al español. Implica muchas veces el agredir físicamente a otros compañeros de clase, hacer burlas, etc. Dichas situaciones resultan bastantes comunes en los centros educativos (colegios e institutos), y pueden llegar a ser muy dañinas para quienes las sufren, generalmente en silencio y en soledad.
La palabra "bullying" (pronunciada aproximadamente como: "bulin") se utiliza para describir estos diversos tipos de comportamientos no deseados por niños y adolescentes, entre los que destacan bromas pesadas, ignorar deliberadamente a alguien, ataques personales, e incluso abusos serios. Quien hace el "bullying" puede ser un individuo o un grupo (pandilla).
El término surge de la palabra en inglés "bull" que significa literalmente toro; de ahí se deriva que es una criatura fuerte y que atropellar a otros más débiles y pequeños.
Lo más importante no es la acción en sí misma, sino los efectos que produce entre sus víctimas. Nadie debe subestimar el miedo que un niño, niña o adolescente intimidado puede llegar a sentir.
Por tanto, estas situaciones de acoso, intimidación o victimización son aquellas en la que un alumno o alumna está expuesto, de forma repetida y durante un tiempo, a acciones negativas que llevan a cabo otros compañeros.
Por acciones negativas entendemos tanto las cometidas verbalmente o mediante contacto físico, como las psicológicas de exclusión.
No hay que confundir estas situaciones con los típicos altibajos que se producen en las relaciones entre los alumnos, especialmente a lo largo de la etapa de la adolescencia y pre-adolescencia.

¿Quiénes son responsables?
Los profesores y los padres tienen una responsabilidad especial en el cuidado de niños y adolescentes, y eso incluye ayudar a quien es víctima de estas conductas no deseadas en la escuela. Sin embargo, los adultos no pueden hacerse cargo estas tareas sin la ayuda de los propios niños y adolescentes. La situación tiende a complicarse cuando el "Bully", o sea la persona que ejerce el abuso, amenaza a la víctima para mantenerla callada y evitar que pida ayuda o sufrirá peores consecuencias.
Cuando alguien está siendo víctima del fenómeno "bullying" en un centro educativo, el resto de compañeros que no están implicados directamente sí saben sobre lo que está sucediendo en el aula, en el recreo o en la calle. Aunque ellos no estén envueltos, podrían ayudar a quienes sufren estas conductas no deseadas. La educación es un punto muy importante para que no se llegue a esta situción de niños acosados por otros.
¿Qué hay que hacer en estos casos?
Si nos encontramos ante un caso de acoso o "bullying", debemos intentar convencer a la víctima de que recurra a la ayuda de sus padres y profesores y denunciar cuanto antes dicho estado.
Si el acosado no quiere colaborar a solucionar el problema, la situación se vuelve más difícil. Para ayudarlo, se le tiene que demostrar que puede contar con ayuda de los mayores en cualquier momento, y así, irá recuperando la confianza y, con el tiempo, superar esta situación. Para que esto funcione, generalmente, es indispensable el apoyo y la amistad de un cierto número de personas que le defiendan de sus enemigos.
Ejemplos concretos
Cuando un chico o una chica se mete con otro compañero o compañera insultándole, poniéndole motes, burlándose de él, amenazándolo, tirándole sus cosas, agrediéndole o diciendo a los otros que no se junten con él.
Cuando los compañeros se meten con otros, se burlan de su aspecto, se ríen de ellos, y luego dicen que ha sido jugando o que el otro es un "quejumbroso".
Cuando algunos chicos les dicen a los demás que no le hablen a otra, para que no tenga amigos, o le acusan de algo siendo mentira.
Cuando un chico abusa de su fuerza.
Cuando un chico se hace el interesante, chulean, pegan, intimidan o amenazan a otro compañero que no es tan fuerte, o que le da vergüenza enfrentarse con él y siempre calla.
Cuando un grupo de chicos levanta rumores falsos sobre otro, simplemente porque no quiere salir con ellos, no está dispuesto a hacer lo que ellos quieren, ni a aguantar sus desplantes, y empieza a perder sus amigos y a adquirir "cierta fama.

“Es importante tener en cuenta que el menor puede reaccionar de diferentes formas frente a estas malas prácticas de sus compañeros, con sentimientos como frustración, rabia, vergüenza, impotencia, retraimiento e, incluso, venganza. Esto genera cambios importantes en su conducta”.

“Es rol de los padres ayudar a que el niño resuelva sus crisis y satisfaga sus necesidades de valoración personal y hacia los demás de un modo adecuado, y de acuerdo a un marco valórico y de respeto hacia su persona y el resto”, recalca el especialista. “Esto, debido a que sus estructuras cognitivas todavía no se lo permiten”.
¿Cómo prevenir el bullying?
Los profesionales dicen que una forma de prevenir el matonaje escolar es conversar frecuentemente con los hijos e hijas, generando instancias de diálogo y desarrollar las habilidades sociales de los niños, por ejemplo, a través de la participación en actividades extraescolares; y reforzando su autoestima, mediante el manejo de límites –basado en premios y no en castigos–. destacan que el colegio y los educadores en particular, también juegan un papel clave en este proceso, enseñándoles a los menores el respeto por uno mismo y los demás. “Hay escuelas que han tomado en serio este problema y han llevado a cabo políticas de tolerancia cero a las burlas o la discriminación, así como realizado capacitación a monitores en resolución de conflictos que intervengan buscando acuerdos y dialogo entre los alumnos que tengan conflictos, utilizando carteles en los pasillos alusivos a lo negativo del matonaje y la sugerencia de que la victima denuncie y la búsqueda de actitudes de integración grupal”, afirma. El doctor Mosca asegura que para evitar que un niño o niña sea quien genere discriminación o matonaje escolar frente a los demás menores es importante que los padres le ayuden a reconocer sus propias debilidades y a respetar las de los otros, aceptándolas como parte de la diversidad. “Es necesario evitar un excesivo perfeccionismo y exitismo, y las actitudes déspotas o descalificadoras de los padres hacia el menor”.

Recuadro: perfiles del matón escolar y de sus víctimas.
La víctima Sexo: es tan frecuente en hombres como en mujeres Aspecto: generalmente destaca del resto por sus diferencias y/o defectos, y responden a estereotipos como el guatón, el mateo o el flojo del curso, habitualmente presentando además un aspecto débil. Dimensiones de personalidad: establece relaciones interpersonales con alto grado de timidez, tendencia al retraimiento y aislamiento social, y, generalmente, muestran tendencia al disimulo. Tipos de víctima: – Pasiva: es la más común. Mayoritariamente, son inseguros, callados y no responden al insulto. – Activa: combina un modelo de ansiedad y de reacción agresiva, lo que es utilizado por el agresor para excusar su propia conducta frente a los demás. Suelen ser alumnos que se comportan de forma irritante y provocan reacciones negativas de sus compañeros. El matón Sexo: es más frecuente en hombres. Aspecto físico: fuerte en términos físicos y/o sicológicos. Dimensiones de personalidad: establece una dinámica relacional agresiva con aquellos que considera débiles o cobardes. Generalmente, es impulsivo y no siente empatía por los sentimientos de la víctima, carece del sentido de culpa, se considera líder y muestra una alta autoestima frente al resto. Tipos del matón: – Activo directo: en la mayoría de los casos realiza la agresión personalmente y establece relaciones directas con la o las víctimas. – Activo indirecto: dirige el comportamiento de sus seguidores, induciéndolos a actos de matonaje hacia otros pares. – Pasivo: sigue al agresor, pero no participa. A veces siente pena y lástima por la víctima, pero no se atreve a expresarlo frente a sus pares. El grupo Dimensiones: favorece la violencia y la pasividad de sus integrantes frente a los actos de matonaje. Generalmente, la intención de sus miembros al participar de estos grupos es defensiva, es decir, participan como una forma de evitar convertirse en posibles blancos (“mientras se lo hacen a otros, no me lo hacen a mí”). La mayoría de las veces, como una forma de destacar, pasan de ser de simples observadores a cómplices de la agresión para así encontrar apoyo en el grupo.